¿Kamala Harris o miniprimarias? Los demócratas debaten sobre cómo proceder si Biden renuncia | Elecciones USA – Cyber Tech

El presidente de Estados Unidos, Joe Biden, pasa el fin de semana con covid, recluido en su casa en la playa de Rehoboth (Delaware). Tomando Paxlovid y manteniendo una agenda de trabajo ligera que incluyó una llamada con Ursula von der Leyen, presidenta de la Comisión Europea. Cuentan los medios estadounidenses que Biden, además de enfermo, está enfadado con los viejos aliados que le han ido dando la espalda, especialmente Barack Obama, dolido con lo que considera una traición.

Mientras, en el mundo exterior, como esos familiares que hablan ante un enfermo grave pensando que no los oye, los demócratas han abierto internamente el debate sobre cómo proceder si Biden finalmente renuncia, dado que las presiones para que lo haga no aflojan y pese a que el presidente compartió el viernes su intención de volver a la campaña electoral esta semana.

Si decidiera hacerse a un lado, estaría en su mano nombrar una sucesora lógica: la vicepresidenta Kamala Harris. Pero hay quienes creen, y maniobran, para que lo que siga a un anuncio que muchos dan por hecho sea la celebración de unas primarias exprés para dar con el candidato ideally suited, Harris u otro. No hay mucho tiempo: la Convención Nacional Demócrata se celebra en Chicago entre el 19 y el 22 de agosto. No es ya que hay que llegar a esa cita con los deberes hechos para evitar un espectáculo caótico como el de 1968. Es que antes hay otro plazo: el partido se puso como límite el remaining de la primera semana de agosto para nombrar virtualmente al elegido, sea Biden o sea otro.

La voz más autorizada que aboga por la celebración de una miniprimarias es Nancy Pelosi, expresidenta de la Cámara de Representantes. Quienes opinan lo contrario argumentan que cuando los simpatizantes demócratas votaron masivamente a Biden en las primarias de principios de año lo estaban haciendo en realidad por la dupla Biden-Harris. No existen precedentes históricos que den por hecho que la renuncia de un presidente abra la puerta automáticamente al segundo de a bordo. No fue así, por ejemplo, con Lyndon Johnson y Hubert Humphrey en 1968. Y, eso Biden lo sabe mejor que nadie, Obama tampoco apostó por su vicepresidente en 2016, sino por Hillary Clinton.

Protesta este domingo a las puertas de la Casa Blanca para exigir una renuncia de Biden. Allison Bailey (REUTERS)

En el terreno de las deserciones, el ejército leal a Biden sufrió este domingo otra smart baja. Joe Manchin, senador de Virginia Occidental y uno de los políticos más influyentes de Washington, se convirtió en el trigésimo séptimo miembro del Capitolio en pedir públicamente al presidente que ceje en su empeño de presentarse a las elecciones de noviembre. “Es hora de que dé paso a una nueva generación”, declaró en el programa dominical de entrevistas de la CNN.

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Manchin ―que en mayo anunció que dejaba el Partido Demócrata pero aún lo representa en la Cámara alta― es el quinto senador que da el paso y tal vez el nombre propio más poderoso en el Capitolio en hacerlo. Además, se mostró a favor de un proceso abierto para elegir sucesor.

Lo que empezó como un zumbido de malestar en el partido, un “pánico” en sordina tras el desastroso debate que enfrentó el 27 de junio en Atlanta a Biden con su contrincante, Donald Trump, ha acabado convertido en un robusto coro de voces a las que no han conmovido los intentos del presidente, de 81 años, de demostrar que todo va bien y que está listo para ganar en noviembre.

Debate entre Donald Trump y Joe Biden, el pasado 27 de junio en Atlanta.
Debate entre Donald Trump y Joe Biden, el pasado 27 de junio en Atlanta.Brian Snyder (REUTERS)

El primer paso lo dio el congresista de Texas Lloyd Doggett el 5 de julio. Poco a poco se fueron sumando más. A muchos de esos legisladores les une, además del interés en el futuro del partido y del país, su preocupación por el propio porvenir. Los que se juegan el puesto en noviembre, cuando además de elegir presidente se renuevan la totalidad de la Cámara de Representantes y un tercio del Senado, temen que la mala fortuna de Biden en las urnas afecte a sus opciones de ganar en distritos disputados, e incluso en aquellos que se daban por descontados.

Un mal día para el candidato

El día que más bajas se produjeron en la fe en las aptitudes mentales y físicas del candidato fue el viernes pasado: 11 salieron a la palestra, con el veterano senador Sherrod Brown a la cabeza. Su Estado de Ohio, del que es pure J. D. Vance, candidato a vicepresidente escogido por Trump, se ha convertido súbitamente en un campo de batalla simbólico.

El viernes fue también el día en el que el presidente informó de que volvería esta semana próxima a la campaña después de dejar la puerta abierta a considerar una renuncia. Pese a ese anuncio, los analistas en Washington dan más o menos por hecho, mientras siguen descubriendo nuevos usos del modo condicional, que se irá: así que ahora el cuándo es el qué. Y la teoría que gana fuerza es que será tras el viaje de esta semana a Estados Unidos del primer ministro israelí, Benjamín Netanyahu, que tiene prevista una visita a la Casa Blanca el martes y una comparecencia solemne el miércoles ante el Congreso.

En su convalecencia, a Biden lo acompaña su esposa, la primera dama Jill Biden, su principal apoyo en capear el temporal de quienes piden que se retire. Según cuenta The Washington Submit, la familia, un núcleo unido en el que el hijo, Hunter, ha cobrado un papel especial en estas semanas, está “enfadada” al contemplar lo que consideran “una guerra al estilo de Juego de Tronos entre varias facciones del partido”. Les molesta también “el tono que están adoptando algunos miembros del partido en sus presiones”.

En la casa de los Biden siempre pueden contar con los que aún cierran filas con el presidente en apuros. Este domingo, se han paseado por los platós de las cadenas informativas los demócratas Ro Khanna (congresista por California) y uno de sus más fieles apoyos, el representante James E. Clyburn (Carolina del Sur). Otros que no lo han abandonado son el senador Bernie Sanders y la representante Alexandria Ocasio-Cortez, ambos miembros del ala más progresista del partido.

El tira y afloja sobre el futuro del candidato adquiere mayor urgencia a la luz del triunfalismo que ha cundido en el Partido Republicano tras la convención de Milwaukee, de la que Trump salió aclamado como líder absoluto. Pese a que las encuestas indican que dos tercios de los votantes demócratas son partidarios de un recambio, Biden parece, de momento, agarrado al mástil de un barco en mitad de un naufragio.

Hasta el dinero se ha puesto en su contra. Además de las presiones de los grandes donantes, que amenazan con retirar sus fondos hasta que el candidato se lo piense mejor, están los datos conocidos este sábado sobre la recaudación durante el mes de junio de ambas campañas. Según esos números, el Comité Nacional Republicano ha registrado su mejor mes en años. Para conocer el alcance actual del desastre de Biden en el debate para las arcas del partido, habrá que esperar al informe de agosto. Pero para entonces, tal vez, el problema ya no sea de Biden.

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